El 5 de enero de 2015 me propuse
escribir en este blog todos los días durante un año y
lo cumplí. Si me preguntarán porqué lo hice la respuesta puede parecer extraña
y paradójica. En diciembre de 2014 leí una frase de Dorothy Parker que me
encantó y que identificó plenamente lo que siento cuando tengo delante esta
pantalla y debajo el teclado: “I hate writing. I love having written”. Es
probable que a muchos de ustedes les pase lo mismo con varias actividades como
trotar, estudiar o rezar.
Algunas noches llegaba a este mismo cuarto (Arcadia) sintiendo una profunda soledad, otras, resfriado, con lumbago o con la certeza de alguna enfermedad
“gravísima” que mi mesurada hipocondría inventa al menos una vez al año; pero
también muchas veces llegué contento (usualmente, después de mis clases de filosofia) o inspirado,
o con ideas para un cuento, o feliz por haber tenido una buena conversación con
alguien que quiero.
Después de un año exacto en el que no fallé ni un solo día, solo puedo
decir - como Whitman- que me canto y me celebro a mi mismo, porque algunas veces me costó mucho, pero lo logré.
Pero con más fuerza y agradecimiento canto y celebro a tres personas que
siempre fueron mis fieles lectores: mis amigos Horacio López; Vana Magas y
Paola Vilches. Si alguna vez los cuentos escritos este año - y luego de corregirlos mucho) se convirtieran en
libro, las dedicatorias a ellos serian escritas con el corazón en la mano.
Gracias, gracias, gracias, sin ustedes mi propósito se hubiese desvanecido en enero.
Soy el primero en reconocer que no hay mucha calidad literaria; solo puedo decir a modo de disculpa que escribía sin corregir y ya se sabe que la espontaneidad suele cobrar.
Soy el primero en reconocer que no hay mucha calidad literaria; solo puedo decir a modo de disculpa que escribía sin corregir y ya se sabe que la espontaneidad suele cobrar.
Hay algo sorprendente: – según registro de este momento (6 de enero de 2016)- hay 15.900 lectores del todo el mundo que
visitaron este blog. Si tan sólo cien leyeron algún cuento, ya es suficiente
motivo para sentirme feliz, por lo que también les doy infinitas gracias donde
quiera que estén y les deseo lo mejor del mundo.
Seguiré escribiendo, pero me tomaré algunos años de vacaciones. Ojalá me extrañen.
Los quiero mucho.
Juan José