Arturo no pudo dejar
de pensar que, si aceptaba, le entregarían quinientos mil pesos en ese momento
y que, con esa cantidad, podía emprender el negocio de la cerrajería, comprarle algo a su tía y pagar la pensión. Por un
momento estuvo tentado aceptar, pero el talante con el que había llegado le obligaba
a más seco y duro.
- Mire don Ángel; me interesa su oferta, pero no me desprecie pues. Le propongo esto: lo dejamos en cinco
en total y un palito adelantado, hoy o mañana.
- ¡Chitas el pergenio! dijo Verdecito
- Tendría que
consultarlo, dijo don Ángel.
- Que le parece si nos
juntamos mañana aquí mismo y, si sus socios están de acuerdo, me entrega el adelanto… y si no, tan amigos como siempre.
(Continuará)
Sábado 2 de Enero de 2015, 23:45
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