Roberta se recostó a
su lado. Betancourt la tapó con la manta y le rodeó la cabeza con su brazo izquierdo.
Roberta no se podía
concentrar en la película. Sentir el brazo de Betancourt rodeándola, oír su
respiración acompasada, escucharlo hacer comentarios sobre la película y llamarla
por su nombre, creaba un ambiente de
intensa intimidad que la desconcertaba.
- ¿Quieres un
cuadradito de chocolate?
- Si, gracias. Aldo ¿ellos se conocían? preguntó Roberta
- Si; habían tenido un
romance en Paris; pero en ese tiempo ella pensaba que su marido había muerto en
un campo de concentración.
Cuando terminó la
película se quedaron en silencio largo rato. Betancourt le acariciaba el brazo pero ella no se atrevía a corresponderle.
- ¿Roberta, te quieres
quedar esta noche a dormir?
- Si. Pero quisiera
que me dijera que piensa de todo esto… ¿que soy para usted?
- Son
las mismas preguntas que yo te quiero hacer. Nosotros somos un hombre y una
mujer que han comenzado una relación Roberta y no un patrón y su empleada. Si
tienes inseguridades, deben ser muy parecidas a las mías.
Roberta se
incorporó y mirandolo de frente, dijo:
- Aldo, tu me pediste
que no te engañara; es lo mismo que yo te pido No me engañes; y no
digo con otra mujer, sino en el sentido que me digas qué sientes, porqué estás conmigo,
como piensas que puede terminar esto… esta relación.
(Continuará)
Viernes 1 de Enero de 2015, 22:45
No hay comentarios:
Publicar un comentario