"¿Que vas hacer de tu vida?" (II)

    Aldo Betancourt era viudo, panzón,  de ojos saltones y de sonrisa fácil y llana. 

   Durante cincuenta años había trabajado como dentista en un hospital público y, con su jubilación, adquirido la ultima casa del pasaje C del condominio “Las Vertientes”
  Transcurridas apenas dos semanas desde su mudanza, ya tenía ganada la simpatía de vecinos, conserjes y auxiliares. Gozaba de una buena situación económica pues, aparte de lo que recibía de jubilación, era propietario dos locales comerciales en el centro, los que le producían buenas rentas.
  Tres veces a la semana iba a un consultorio municipal para atender gratuitamente a personas de escasos recursos.
   A pesar de tener un buen automóvil, prefería movilizarse en bus o, si era de noche, llamar a un radio taxi.
   Una de sus características mas notables y simpáticas era su caminar acompasado y extremadamente lento. Cierta vez, Marco, uno de los conserjes, le tomó el tiempo que demoraba desde la entrada del condominio hasta su puerta: catorce minutos, lo que a paso normal, no pasaba de tres.
     Su conversación era tan agradable que muchos vecinos, apenas lo veían entrar al pasaje, salían al pequeño jardín frontal de sus viviendas para entablar una breve conversación con él.
    La mañana del jueves se dirigió a la caseta de entrada del condominio preguntando por Arturo, el auxiliar que, en sus ratos libres, hacia aseo en las casas del condominio.
"No don Aldo, Arturo ya no trabaja más aquí. Lo despidieron. Llevaba siete ausencias en el mes y tres lunes seguidos. El administrador se aburrió. Pero ¿sabe? si necesita alguien para el aseo le puedo recomendar a una buena niña que ha hecho limpieza en varias casas y he recibido muy buenos comentarios de su desempeño. ¿Quiere que le diga que lo vaya a ver para que la conozca?"

(Continuará)


Viernes 27 de noviembre de 2015, 23:55

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