"Cuba: la gran oportunidad"

                        Es casi inevitable que el capitalismo, con su apetito voraz, siga engullendo. Estamos a poco tiempo que el  sistema introduzca sus tentáculos en uno de los últimos territorios libres de ese tan mal-buen sistema: la bella isla de Cuba.

            Bella isla ha sufrido por años falta de libertad, ha soportado un sistema opresivo y asfixiante que a cambio ha dado buena salud publica, educación gratuita de calidad y una ficha que permite alimentarse y no morir de hambre. Pero tanta salud o educación no valen mucho si el cubano no puede gozarla y/o sacarle provecho, por ejemplo, a la profesión que con disciplina y esfuerzo ha conseguido: suma cum laude para ganar un sueldo miserable y, aun con esa miseria, no poder siquiera comprar un libro porque está en la lista de los “prohibida su lectura”, es lamentable, por decir lo menos.
            Hay veces que dichos o sentencias parecen traducir exactamente lo que ocurre con una situación o circunstancia. No recuerdo quien dijo esto, pero se aplica en su primera parte, a lo ocurrido en la bella isla en los últimos cincuenta años: el socialismo es la “igual” repartición de la pobreza y el capitalismo ....  la “desigual” repartición de la riqueza.
            La seguridad puede atraer mucho cuando se tiene miedo, pero en general, los hombres vencemos los miedos, y por ello somos aventureros; nos gusta embarcarnos en aventuras, aunque muchas veces no consideremos los riesgos que se corren:  de allí que es más probable que en La Habana haya miles de cubanos que sueñen con llegar a Miami a probar suerte, y muy pocos en Miami, que quieran irse a Cuba para tener educación, salud y porotos gratis.
            Pero como digo, el también nefasto capitalismo prepara sus dientes para comerse uno de los últimos petit-bouche que quedan. Ojalá haya economistas sabios que ayuden. Es urgente decirles que no se traguen el cuento que les ofrecerá la serpiente de lengua seductora; que no permitan que en el centro de La Habana les instalen un rascacielos de cincuenta y tres estrellas; que, por muy ricas que sean las hamburguesas, al final terminan con su salud, que manejar un Audi o Mercedes no es garantía de felicidad o incluso que pueda provocar un mayor placer que leer a Guillermo Cabrera Infante.
            Aun es tiempo de no permitir que Cuba se caiga, ahora para el otro extremo. Seria como mucho que, después de 50 años de vivir en la pobreza con gran riqueza, terminen viviendo en la riqueza con mucha pobreza.
 
Domingo 18 de enero de 2015, 22:42

No hay comentarios:

Publicar un comentario