"San Pedro: una carpa, dos personas" (XXI)



Querida Claudia.
            Antes de ayer fui al Museo Británico, me sentí mejor que nunca. A las seis de la tarde comencé a sentirme mareado, con ganas de vomitar... y hasta ahí me acuerdo. Me trajeron de urgencia y aquí estoy, no te diría que mal porque algo sucedió en la tarde que me dio una paz infinita.; me vino a ver una monja, colorina y llena de pecas.  Me estuvo hablando como diez minutos (en inglés) yo solo miraba una pequeña cruz de oro que brillaba en su pecho pecoso. No recuerdo haber pensado en nada especial, pero el solo mirar esa cruz me dio una paz infinita. Presiento que algo inmenso y bueno se aproxima, por eso es que quiero decirte esto: eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Claudia querida, siento que el milagro estallará en cualquier momento pero tal vez no sea de la forma en que tú y muchos de los que me quieren esperan. Yo estoy en paz y sólo quiero que sepas que me enseñaste algo muy parecido a lo que en la tarde, mientras miraba esa


Claudia: 
Soy Maximiliano, el papá de Eduardo; te escribo sólo para decirte que Eduardo está muy mal. Cuando llegué a su pieza se había quedado dormido escribiendo este correo por lo que me atrevo a terminarlo. Sólo queda esperar.
En este tiempo difícil has sido un gran apoyo para él. Gracias.
Maximiliano.


(Continuará)

Viernes 5 de Junio 2015, 23;55

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