“Encuentro en Paris” (IV)



      Cada cierto tiempo mira hacia atrás sospechando de cada transeúnte. El frio de París es despiadado. Nunca había imaginado que la ciudad tuviera un invierno tan crudo. El frio le atraviesa la gruesa parka negra y enfria la lanuda chomba chilota; siente la espalda y el pecho congelado pero las piernas hirvientes. La presencia del cuchillo adherido a la pierna derecha es el único objeto del que emana calor. Tiene ganas de tomar un buen trago de ron o whisky. Al bajar a la calzada se tropieza con la vereda. Siente que sus pulsaciones aumentan.
     Recorre con la mirada la fuente en el medio de la plazoleta y no ve a nadie. Camina hacia el centro. Divisa un hombre con impermeable negro que se funde en un abrazo con una mujer. Lo sabe porque sobre el abrigo verde puede ver el pelo castaño claro que refleja la luz amarillenta de un foco dirigido al centro de la fuente. Tiene la certeza que es ella, la madre, que intentará acabar con su vida. Decide quedarse parado frente a la fuente. Escucha el ruido que hacen los pasos al caminar sobre la gravilla. Sabe que le está dando la espalda a quien quiere matarlo pero esa actitud le proporciona una extraña seguridad. Cuando el ruido de los pasos se detiene, da media vuelta y mira de frente a una mujer que lo mira sin odio; tiene una pequeña pistola en su mano derecha. Apenas puede verle la cara pero tiene la certeza que sea quien sea ya la ha visto antes.
            “Cinco años me costó encontrarte”, dice la mujer.

(Continuará)

Lunes 10 de Agosto 2015, 21:00

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