“Ocupa Primavera” (I)



            Se le ocurrió en octubre. Comenzó recorriendo  casas de veraneo del litoral central. No le costó mucho entrar a la primera. Estuvo dos semanas viviendo en una pequeña cabaña con pilotes de madera en los faldeos de una colina; tenia tres piezas, un baño y cocina. Residió allí tranquilamente, hasta que un sábado, muy temprano, una muchacha fue a tocar la puerta para pedirle, con candidez, que le convidara una taza de azúcar. Con un grupo de amigas habían arrendado la cabaña vecina para pasar el fin de semana largo.
            Al amanecer de ese mismo día, preparó su mochila y partió. Llegó al balneario siguiente a las seis de la tarde, buscó, pero sin suerte, por lo que tuvo que hacer una pequeña fogata y dormir a la intemperie detrás de unas rocas al final de la playa grande.
            Al día siguiente recorrió el pueblo y encontró una casa semi abandonada, habitada por un par de perros vagos; al principio le gruñeron pero, poco a poco, fueron aceptándolo. Le causo gracia pues los animales le parecieron un matrimonio muy bien avenido. La primera noche no durmió mucho pues se distrajo intentando aprenderse las constelaciones que se podían ver desde la única ventana con vidrio.
            En eso lugar vivió un mes completo; no tenia vecinos por lo que día por medio se aventuraba a comprar algunos víveres que preparaba mientras, el matrimonio de perros, lo miraban con ansiedad pues, por escuálido que fuera el menú, lo compartía con ellos.
            En las tardes caminaba y en las noches prendía una vela y escribía. De vez en cuando leía en voz alta lo escrito porque los perros no dejaban de mirarlo con curiosidad, inclinando sus cabezas, por lo que supuso querían saber de qué se trataba.
            En diciembre comenzaron a llegar los veraneantes sin ocupar casas vecinas. Decidió quedarse hasta terminar el mes: se iría después del año nuevo.


(Continuará)

Miércoles 12 de Agosto de 2015, 22:00

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