“Cerrajero” (XXIX)



    
            Subió a su departamento y le costó encontrar la cajetilla de cigarros que había guardado en el bolsillo interior de la chaqueta. Fumó tres cigarros seguidos sin pensar en nada concreto. Fue a la cocina y rompiendo la promesa de no tomar alcohol los días de semana, sacó de la estantería una botella de Ron, lleno un vaso hasta la mitad y lo mezcló con Pony, una bebida que su sobrina, Virginia, le había traído de Colombia.
        Volvió a la terraza, se sentó y miró el vaso tembloroso que sostenía entre el pulgar y el índice.
            Esa noche apenas pudo dormir un par de horas. En la mañana pensó que lo que había ocurrido era un mal sueño, pero no; el olor a cigarros y el vaso vacío en la mesa del balcón le recordaron la angustia de la tarde anterior.
             En la mañana nuevamente llegó temprano al banco, pero esta vez puerta lateral estaba abierta. Al llegar a su escritorio, ordenó las carpetas de los clientes que lo visitarían durante la mañana. A las diez recibió una llamada de Oriana, la secretaria de gerencia, diciéndole que subiera inmediatamente porque don Nicolás, el gerente de banca de personas, necesitaba hablar urgente con él. Ricardo sintió un leve mareo y la boca reseca.
            Subió las escaleras de dos en dos, y se obligo a sonreír al entrar a la oficina.
            “¿Que pasó, don Ricardo?” le dijo la secretaria mirándolo con el ceño fruncido.

(Continuará)

Miércoles 8 de Abril 2015, 22:30

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