"Un lugar elegido por azar"


           Francisco llegaba lleno de expectativas a su casa, con la ilusión de que lo saludarían con una sonrisa en los labios y le ofrecerían una  comida sencilla, pero el único que se alegraba era Capone, un perro grande, café y negro, mezcla de quiltro y ovejero; agitaba el rabo, echaba hacia atrás las orejas y alzaba la cabeza buscando una caricia.
           Pero todo lo demás era silencio. Luisa, su mujer, tejía silenciosa en el segundo piso; su cuñado escuchaba radio con audífonos y cantaba en voz muy baja para que la CIA no se enterará y lo fueran a detener unos agentes internacionales vestidos enteramente de blanco. Todos los días era la misma rutina: se preparaba tostadas y dos huevos revueltos y, si había, con tomate. Luego se sentaba en su sillón a leer la Biblia hasta quedarse dormido.
         La tarde del 21 de junio, mientras  una lluvia delgada caía sobre la ciudad, decidió que era hora de decidirse: analizó los pro y los contra de dejar que el azar eligiera. Después de un momento subió a su cuarto, buscó el mapamundi y, haciéndolo girar lo detuvo con su dedo índice: Niebla.

      “Tal vez será mejor que me quede” – pensó.

Martes 3 de Febrero de 2014, 19:49

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