"La vida fácil" (VII)

   Si. Estuvo precioso el funeral; Francisca habló desde el corazón. ¡Cuanto me arrepiento de no haberla aceptado desde el principio! Pero bueno, hace años que le pedí perdón.
  Ya ha pasado más de un mes. Es muy raro, pero el mundo en que ahora vivo, y esto quizá te parezca un cliché, es distinto sin mi hijo vivo. Supongo que sólo el saber que mi propia vida acabara en algunos años me serena. El está en un lugar al que todos llegaremos. Pero ¿te acuerdas que te dije que iba a hablar con el cura Belarmino?
  Pues bien; hablamos mucho ese día, pero se nos  hizo tarde y me pidió que lo fuera a ver donde trabaja ahora: una parroquia desvencijada en un barrio marginal del que no tenia idea existía.
  ¿Que qué me dijo? Miles de cosas; muchas de ellas ya las sabía, pero nunca me había atrevido a darme esas respuestas, de cobarde o egoísta, supongo.
  Lo primero fue resumirle mi  vida. Me escuchó en silencio y cuando terminé no me hizo ningún comentario, sin embargo sentí que me comprendía, percibí indulgencia en sus ojos.   Le dije que no creía mucho en la idea de Dios como persona. Se rio y me dijo que tal vez me sería mas fácil creer en tres personas pero que eran la misma. Recién al otro día entendí lo que me dijo, ¿no seré huevona? amiga.
  Pero bueno. Aquí va: Partió diciéndome que hoy era el cumpleaños de la Edelmira y si acaso lo sabia. Le dije que no, pero que alguna vez le había hecho un regalo. Me dijo que ella me quería mucho,  más de lo que yo imaginaba, que incluso lo había llamado para pedirle que no me descuidara. Cuando me lo dijo pensé inmediatamente que queria decir la Edelmmira cuando le dijo que "me quería mucho". Pero ya, no te voy a aburrir con mis disquisiciones inútiles.   El asunto es que comenzó a preguntarme por toda la gente que me rodeaba; amigos, empleados, parientes y si acaso alguna vez me había interesado “realmente” -  dijo acentuando esa palabra -  por los que  me rodeaban. Si acaso conocía sus problemas, sus debilidades; si los iba a ver cuando estaban enfermos, si los visitaba cuando atravesaban alguna crisis o si los llamaba para sus cumpleaños. Le dije que con mi propia vida tenia bastante para “interesarme realmente” por otros. Pues bien, en resumidas cuentas me dijo que toda mi vida había estado preocupada sólo de mi misma y que esa actitud garantizaba una vida de infelicidad. En ese momento sospeché que en esas palabras había una verdad profunda.     Me dijo una frase que yo se la había escuchado muchas veces, pero nunca entendido del todo: “las puertas de la felicidad se abren hacia fuera” Me vas a creer que cada vez que la escuchaba, solo me imaginaba unas grandes puertas de madera, abriéndose. Nunca pensé o busqué su significado. Entregarse, me dijo Belarmino.
   Después le pregunté por esa contradicción entre el destino y lo que uno puede hacer para cambiarlo. Volvió a responderme con otra frase que también se la había oído, pero no escuchado.

(Continuará)

Jueves 16 de Octubre de 2015, 22:30

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