Domingo 24 de Mayo 2015, 23:45





San Pedro: una carpa, dos personas. (X)


            Anoche, cuando escuché el teléfono, supe inmediatamente que eras tú. Prendí la luz del velador, me arregle el pelo y levanté el auricular: supuse que habías reflexionado sobre lo que te escribí: pero no, seguías con el mismo tono. Dos veces lo mismo, dos llamados con la misma rabia incomprensible. Me dolió como me trataste, mucho más de lo que supones.
            De verdad Eduardo, que no entiendo porque tanta rabia conmigo. Si crees que te hago mal o que en estos momentos no me necesitas, dímelo, lo entenderé. Lo que te pido es que tengas un mínimo de empatía no solo conmigo, sino con tu madre, tu hermana, tus amigos, todos pendientes y preocupados. Solo puedo imaginar por lo que estás pasando, pero créeme que por más que lo pienso, no encuentro explicación a tu comportamiento, no solo a lo que dices, sino cómo lo dices. Te amo Eduardo y amar es, entre otras cosas, estar siempre con el otro, sentir al otro, alegrarse con sus alegrías y entristecerse con sus tristezas. Puede sonar cliché, pero si tú te sanas yo también me sano, si tú sufres, yo también. Mi felicidad es que tú seas feliz. Al parecer no eres feliz y me pregunto si soy la culpable. Me has dicho que soy una de las razones por la que estás dando la pelea. Puede que sea así, pero tus palabras, cada vez que hablamos, dicen otra cosa. Lo último que me dijiste anoche fue “todo es tan fácil para ti…”: no podía creer lo que escuchaba.  Si supieras, si supieras...


Claudia

(Continuará)

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