Viernes 15 de Mayo de 2015, 23:45




San Pedro: una carpa dos personas. (I)

         En la noche miraron al cielo durante tres horas seguidas y vieron siete estrellas fugaces. Eduardo, en los breves instantes en que aparecía la luminosa línea de plata, tomaba la decisión de besarla. Claudia, que con la aparición de cada estrellas fugaz se movía con cierta brusquedad, lo desanimaba. A Eduardo le parecía que no era buena idea mezclar la excitación del momento con los movimientos mas lentos de un beso; tenia claro que el juntar los labios era más que sólo contacto, sería un acto que cambiaría su amistad; una fugaz ceremonia, como las estrellas que buscaban, pero con consecuencias que durarían para siempre.

     Cerca de las tres de la mañana, cuando el frío de la montaña les calaba los huesos, decidieron abrir la botella de ron - que habían reservado para el año nuevo - y mezclarla con café caliente para seguir contemplando el cielo. Eduardo fue a la carpa naranja buscando la botella y otra manta.

(Continuará)

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