Miercoles 20 de Mayo 2015, 23:59





San Pedro: una carpa, dos personas. (VI)


                                                                Londres, 22 de Febrero

Chica Claudia.
                Ha pasado una semana, creo. No he tenido mucha conciencia del paso del tiempo. Llegamos a Londres el miércoles en la madrugada. De ahí directo a la casa de una amiga de mi madre. Dejamos las maletas y partimos directamente a este hospital. En el camino me acordé de ti pues pasamos por donde estuvo internado tu soldadito de plomo. Después de varios exámenes y de llenar una cantidad increíble de papeles y autorizaciones (entre ellos una autopsia…) quedé internado en el piso décimo, habitación 13 (menos mal que no soy supersticioso) Ahora mismo te escribo como si me hubiera tomado cinco piscolas; los remedios son fuertes, producen una sensación extraña, como si el cuerpo estuviera muy lejano. Al medicó no le entiendo mucho – me dice “Etuardo”-. En las mañanas me saluda diciendo: "como amenecido Etuardo…" con el típico acento gringo.
        Tengo la esperanza de que todo salga bien, pero no quiero hacerme ilusiones. Tú eres la razón por la que voy a dar la pelea. Este correo te lo puedo enviar porque una enfermera hindú, que habla algo de español, me prestó su tablet.
     Apenas se me quiten los efectos de estas bombas químicas te llamo o escribo. Te quiero.

Etuardo.

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