No se había atrevido a decírselo, pero un domingo de
mayo del año 2007, ella fue quien abrió la oportunidad, al decirle:
- “¿Sabes, Tomás, que duermes como un perro?
Anoche me desvelé y te estuve observando por horas y te digo: roncas como
perro, a veces te da por rascarte por detrás de la oreja y lo haces con
movimientos repetitivos y rítmicos; también te estiras como ellos y, la verdad,
y espero que esto no te ofenda, comes como un perro”
- "Que bueno que me lo hayas dicho, porque desde
que nos casamos es que he querido confesarte algo relacionado con eso. Al principio, si te acuerdas, te decía que no soportaba ver un perro hambriento en la calle. Tu me decías: ¿Y cómo puedes saber si un perro tiene hambre? Es que yo
lo sé, te decía, solo me basta mirarlo, ver el brillo que tienen sus ojos para
saber si lo que tienen es sed, hambre o necesidad de cariño...
Como ya el tema estaba puesto, esa misma mañana de mayo le dijo:
- Mira Doris, solo te voy a pedir que me escuches, porque lo que te voy a decir no lo vas a creer, pero tengo el deber
de decírtelo; quizá algún día comprenderás. Son dos cosas importantes: una, es
que la reencarnación existe y la otra, es que en la reencarnación anterior,
tanto tú como yo, fuimos perros.
- ¿Ja, ja, ja… de
la calle?
- Yo. Tu eras una
perra de casa; tus dueños eran un matrimonio de panaderos bastante ricos pero
muy avaros. Eras muy esbelta, pero cuando te conocí, me di cuenta que tu figura
le debía más a la mezquindad de tus dueños que a tu configuración ósea.
Este diálogo tuvo lugar hacen
más de ocho años y claro, como era de esperar, ella pensó que todo era una
broma, que era otra de sus absurdas construcciones verbales que ella disfrutaba
sin duda, pero sabiendo que eran juegos sordos.
Durante todo el pasado
diciembre el se quejó de malestares diversos. Ella le preguntó varias veces qué
es lo que sentía y él solo refería algo impreciso en sus caderas, como si sus
piernas no estuvieran alineadas con ellas, como si se les durmieran.
El lunes recién pasado, Doris lo acompañó a
buscar los exámenes a la clínica; almorzaron en el centro y luego fueron a la
cita medica.
El medico saco unas radiografías de una carpeta que tenia sobre
el escritorio, revisó los exámenes y dijo:
Sabe don Tomás, no lo tome a
mal, pero si no fuera usted un ser
humano, le diría que lo que padece es Distemper.
Ella achinó los ojos, lo miro
con ternura y, poniendo su palma sobre la cabeza dijo:
Tranquilo perrito, estarás
bien. No pasa nada!
Domingo 25 de Enero de 2015, 0:16
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