Creo que si se hiciera un catastro sobre las personas
inteligentes en Chile, inteligentes y sensibles, encabezaría los primeros
lugares el doctor Otto Dorr. Cada vez que se publica una entrevista o se tiene
la oportunidad de escucharlo en radio y/o televisión se hace muy fácil
coincidir con lo que dice y muy difícil encontrar argumentos que lo
contradigan. No solo es un destacado psiquiatra sino, además, un poeta; no sé si
la escribe pero si la traduce: según los entendidos una de las mejores traducciones en lengua española de “Las elegías del Duino”
de Rainer Maria Rilke, es la de él.
Hace unos meses vi una entrevista que le hizo Tomas
Cox, en la que, hablando sobre la educación señalaba que el ramo de música
debiera ser, no solo un ramo obligatorio, sino una materia a la que debería
ponérsele la mayor atención; la música explicaba, tiene mucho que ver con la
formación de buenas personas. Pasaba revista a la vida de los músicos mas
notables de la humanidad y concluía que la característica era que todos ellos
habían sido hombres extraordinariamente bondadosos (de Mozart, sin duda
desordenado e irreverente, no se tienen
noticias que haya sido malo).
Agregaría que también la literatura en general
contribuye a que formemos mejores ciudadanos, mas críticos, menos fáciles de
embaucar, menos dóciles a consignas y eslóganes dulzones y falsos. Una buena novela es capaz de hacer algo que solo podemos imaginar
como ciencia ficción: ponerse realmente en el lugar de otro, ver y sentir el
mundo muy cerca de cómo lo ve el “otro”.
Un buen poema puede convertirse en un salto cuántico,
en un satori, en una experiencia inolvidable y estelar que nos marca con sello
o nos muestra un camino para toda la vida. Una buena película – pienso en Tan
cerca tan Lejos de Win Wenders – (para mi la mejor película de todos los
tiempos) - es capaz de sugerir una mirada metafísica de la existencia, una
comprensión de lo que somos, como diría gran Nicanor, un embutido de ángel y
bestia.
Miercoles 14 de enero, 22:47
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