Claudia
querida.
Si.
Tienes razón. No sé explicar lo que me pasa. Supongo que es miedo, no a la
muerte, sino a perder lo que amo, y lo que amo eres tú. Al igual que tú o quizá
más, me paso mil rollos. Antenoche soñé que me enviabas una carta en la que decías que habías conocido a alguien y que por ahora preferías… etc. Sentí desamparo, tal vez por eso te llamé y te hablé como un maldito. Es miedo
Claudia. Dicen que el miedo paraliza, a mi por el contrario, me da ganas de
hacer mil cosas, cosas que no puedo
hacer y te imaginaras cómo me siento. Me enrabio y tu pagas las consecuencias. En
las tardes hojeo el libro de arquitectura que me enviaste y no paso de la
primera hoja; me pregunto: ¿Para qué? Cuando te enfrentas a la posibilidad de
la muerte sucede algo muy raro. Hay momentos en que todo cobra sentido y te das
cuenta de que está en ti vencerla; otras, todo es desesperanza, nada merece la
pena. Es cómo lo que me contabas de que siempre le decías a tu madre que no
tenia sentido hacer la cama si en algunas horas se desarmaría nuevamente.
Me sucede que intento pensar positivamente y al cabo de un rato ya estoy
imaginando mi funeral. En todo caso me dicen que las plaquetas están mucho
mejor y al parecer el tratamiento está dando resultados. Cuando me lo
dijeron no me alegré como se esperaba.
Geraldine, la enfermera nigeriana, me dice que puse cara de ataúd (coffin face) Tiene un
humor muy negro la negra, pero igual me hace reír. Pero mira, frente a esa
noticia, en vez de estar agradecido,
inmediatamente pensé que de todas maneras iba a vivir con la espada de Damocles
colgando arriba de mi cabeza; al rato, que así vivimos todos; a cada
momento vivimos con la posibilidad de matarnos atragantados con un pedazo de carne o en un accidente. En fin, no quiero aburrirte con estas disquisiciones pseudo filosóficas. Espero que entiendas y perdones lo mal que te he tratado en las ultimas conversaciones.
Una
de las cosas buenas es que con tanta visita de medico (parece que soy el
conejillo de indias del hospital) mi inglés ha mejorado bastante.
En
la tarde estuve viendo las fotos que sacamos en San Pedro. Si todo sale bien
¿te gustaría vivir allá? Lo he pensado. Si salgo de está quiero cambiar de vida. Creo que ese es el
lugar perfecto para intentar estar más cerca del que mueve los hilos…
Ahora
estoy en la casa de mi tía Frances. Es un tanto fría pero muy preocupada. El
otro día la acompañé al supermercado. La fruta aquí es
carísima, de no creerlo. Claudio me contó que una vez un amigo inglés le prestó
su departamento por un fin de semana; cuando iba a devolvérselo fue al
supermercado para reponer la fruta que había consumido: la gracia le salió como
ochenta mil pesos. Otra cosa; en los pasillos del supermercado escuché siete u ocho veces: Excuse me!, te piden disculpas hasta por comprar la manzana que, imaginan, podrías comprarla tú. (igualito que en Chile)
Nada
más por ahora. Me quedan cuatro días para volver al Hospital y comenzar con el
segundo tercio del tratamiento.
Escríbeme,
llámame, piénsame.
Te
quiero.
“Etuardo”
(ahora el doc me dice Edward)
(Continuará)
Martes 26 de Mayo 2015, 22:30
Martes 26 de Mayo 2015, 22:30
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