Subió las escaleras lenta y
tranquilamente, incluso deteniéndose cuando oía algún ruido poco común. Al
llegar al décimo piso, tampoco se apuró; a paso lento caminó hasta el final del
pasillo. Se inclinó e introdujo una de las ganzúas en la cerradura. Esta vez el
mecanismo ofreció mayor resistencia y lo obligó a cambiar dos veces de instrumento.
Finalmente cedió y la puerta se abrió emitiendo un débil chillido.
Todas las ventanas estaban con las
cortinas descorridas por lo que entraba luz suficiente para inspeccionar. Le
llamó la atención el extremo orden y limpieza del comedor; todo en su sitio; una mesa de madera brillante con cuatro sillas alineadas con precisión geométrica, al centro
un jarrón con flores de papel; sobre la pared que enfrentaba la mesa un reloj de cuerda del que se podía percibir el tic-tac. Permaneció quieto durante dos minutos con la vista fija en el pasillo
que conducía al cuarto principal. Las puertas de los tres cuartos estaban entreabiertas y no oyó ni
siquiera el vaivén de una respiración: tuvo certeza que en ese momento el departamento
estaba deshabitado.
(Continuará)
Martes 31 de Marzo 2015, 22:30
Martes 31 de Marzo 2015, 22:30