Paso quince horas encerrado en este kiosco; vendo diarios, revistas, bics, cigarros.
Durante los últimos seis meses, cada tarde pasaba una bellísima mujer. Me pedía “cigarrillos” con un leve acento español. Hace poco supe que era escritora. Su manera de mirarme, como pidiendo auxilio, me seducía. La semana pasada me atreví a decirle que tanto humo le hacia mal. Me miro y sonrió con tristeza. A los dos meses me sentía enamorado; desdentado y todo, pensaba que mi amor le borraría esa aureola de tristeza.
Ayer se me
nublaron los ojos cuando leí en el diario que se había suicidado.
Lunes 9 de Marzo 2015, 21:30
Lunes 9 de Marzo 2015, 21:30
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