“Cerrajero” (XIV)
Caminó por el pasillo y bajó por las
escaleras. Esta vez no tomó ni el mas mínimo resguardo y no se cuidó de hacer
ruido; a medida que caminaba iba sintiendo como se iba intensificando una
seguridad en si mismo que pocas veces había experimentado. Recordó que una
sensación semejante la había tenido un sábado de hace un par de años; aquel día
había bebido más de la media botella que acostumbraba y, envalentonado, había
decidido salir a caminar por el plan con el propósito de conocer a alguna mujer
que quisiera compartir una buena cena en el viejo Bar Cinzano.
Esa noche no conoció a nadie, salvo un
melancólico mozo de la barra con el que entabló una larga conversación sobre el
Valparaíso de los setentas.
Al entrar a su departamento sintió
hambre; se sirvió medio vaso de vino y se frió dos huevos y una
salchicha que comió sonriente.
(Continuará)
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