"Cerrajero" (X)
Como era su costumbre, a las tres de la tarde, después de
comer tres empanadas, llenó su copa de vino, sacó un puro habano desde su
ropero y se fue a su pequeña terraza a fumar y beber.
A las seis de la
tarde, se recostó, prendió el televisor y dormitó viendo una vieja película del
oeste. A las nueve decidió que era mejor dormir; programó el reloj despertador
y la televisión a las dos de la madrugada. Tuvo pesadillas; se veía a si mismo
en una asfixiante celda en la Pólvora. Tan intenso fue el sueño que despertó
diciéndose: “¡No sé porque me tienen aquí, si yo no soy delincuente!” Exageraba.
(Continuará)
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