"Cerrajero" (IV)
Comenzó por comprarse un sencillo cerrojo de llave
simple; luego, un candado del siglo pasado, más tarde y a medida que iba adquiriendo
pericia, buscaba en las ferias de las pulgas candados y cerrojos cada vez más
difíciles y complicados.
Los fines de semana los dedicaba a armar y desarmar cerraduras.
Poco a poco su destreza en abrirlas le iba produciendo un extraño placer. Veía
la cerradura como algo que debía conquistar y la conquista era su obertura.
Muchas veces pasaba horas practicando hasta que, con el sólo oído, podía
distinguir el dulce y casi imperceptible sonido que producían las espigas al caer
sobre las muescas.
(Continuará)
"...pasaba horas practicando hasta que, con el sólo oído, podía distinguir el dulce y casi imperceptible sonido que producían las espigas al caer sobre las muescas."
ResponderEliminarBonita fluidez de la prosa.
BG