"Intercambio" (VI)
Luego sacó
de su maletín tres fotos. “Mira me dijo: ella era Estefanía, mi mujer. Murió
hace cinco años y aun me duele su ausencia; me mostró otra foto en la que salía
una jovencita de no más de catorce años montada en un caballo: ella es Carmen,
mi hija. Ahora tiene veintiuno y estudia prevención de riesgos. Luego me mostró
una en la que salía él mismo pero probablemente la foto había sido tomada
muchos años atrás pues se veía más flaco y alto. “En este hombre te vas a
convertir; te voy a
decir unas cuantas cosas antes que hagamos el intercambio; llevaras la contabilidad de varios comerciantes. La contabilidad es una profesión
que tiene por objeto llevar la cuentas del dinero que entra y del que sale.
Pero muchas veces te vas a dar cuenta que lo que sale es más de lo que entra y
ahí vas a tener que ingeniártelas para que eso no suceda, y para que no suceda
vas a tener que venir muy seguido a este lugar y en este lugar vas a traspasar
dineros de unas cuentas a otras, sacando de dónde sobra y poniendo en dónde
falta"
Mientras
me hablaba percibí que algo sucedía en mi interior, una extraña sensación, como
si dentro de mi algo se estuviera despertando. Luego se levantó y se fue
caminando alegremente.
Después de la llovizna del jueves por la tarde, sabia que el frío de la
noche me calaría los huesos, pero tuve suerte porque cerca de la medianoche,
apareció un cliente que se bajo de un automóvil, corrió hacia el cajero
automático y después de haber movido las manos apretando teclas y recogiendo
los coloridos papeles de la parte inferior de la máquina, salió dejando la
puerta de vidrio que da al cajero automático, abierta. Me bastó empujar con mi
hocico para que esta se abriera un poco más y entré. Me tendí en una esquina y
dormí plácidamente y sin sobresaltos toda la noche.
(Continuará)
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