“Cerrajero” (XXII)


            Subió las escaleras lenta y tranquilamente, incluso deteniéndose cuando oía algún ruido poco común. Al llegar al décimo piso, tampoco se apuró; a paso lento caminó hasta el final del pasillo. Se inclinó e introdujo una de las ganzúas en la cerradura. Esta vez el mecanismo ofreció mayor resistencia y lo obligó a cambiar dos veces de instrumento. Finalmente cedió y la puerta se abrió emitiendo un débil chillido.
            Todas las ventanas estaban con las cortinas descorridas por lo que entraba luz suficiente para inspeccionar. Le llamó la atención el extremo orden y limpieza del comedor; todo en su sitio; una mesa de madera brillante con cuatro sillas alineadas con precisión geométrica, al centro un jarrón con flores de papel; sobre la pared que enfrentaba la mesa un reloj de cuerda del que se podía percibir el tic-tac. Permaneció quieto durante dos minutos con la vista fija en el pasillo que conducía al cuarto principal. Las puertas de los tres cuartos estaban entreabiertas  y no oyó ni siquiera el vaivén de una respiración: tuvo certeza que en ese momento el departamento estaba deshabitado.

(Continuará)

Martes 31 de Marzo 2015, 22:30


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