"Intercambio" (V)
Más tarde,
cerca de las dos, llegó el hombre que me había hablado el día anterior. Lo noté
mas sereno, mas tranquilo; de sus pies no emanaban ese calorcillo agridulce y húmedo que me permitía reconocerlo sin verlo.
Entró rápido al banco pero se dio el tiempo de mirarme y decirme "guau."
Esperé
que saliera pero demoró mucho más que de costumbre, finalmente lo hizo y
volvió a sentarse en la escalerilla, que ahora, por la altura en que yo estaba,
me permitió mirarlo de frente.
“¿Sabes? -
me dijo - anoche volví a pensar en tu vida y concluí lo mismo que pensé la
primera vez que te vi: tu vida es, lejos, mejor que la mía”.
Me hice el
desentendido pero nuevamente sentí que se dirigía a un animal distinto que
habitaba en el fondo de lo que yo era. Para él, yo, el perro que lo miraba con
ojos de gallina sorprendida, no era un perro. Era un ser humano disfrazado, por
así decirlo, de perro.
(Continuará)
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