"San
Pedro: una carpa, dos personas" (XXIV)
Querida Claudia.
Apenas
entré a su cuarto le entregue la cadena y le dije al oído lo que me pediste.
Estoy segura que sonrió, aunque Maximiliano dice que es mi imaginación.
Sigue igual, el médico dice que le
quedan horas o un par de dias. Te imaginaras lo que es para una madre verlo así. Si lo
vieras no podrías creer su mal pronostico; su cara está como siempre, incluso
le esta creciendo el pelo pues le suspendieron el tratamiento. A veces me
pregunto si fue un error traerlo, sin acaso no hubiese sido mejor tratarlo en
Chile. No me cabe en la cabeza que le esté pasando esto; joven, inteligente,
deportista.
Hoy recordábamos con Maximiliano cuando en las
noches ustedes salían con un grupo a repartir comida a la gente en situación de calle:
llegaba feliz.
Me
pasa igual que a ti; no logro entender
el sentido de todo esto; es tan absurdo. Todos me piden que rece pero me
cuesta, tengo un gran rencor contra Dios. No
puedo entenderlo. Si me hubiese pasado a mi, lo comprendería, pero no a
Eduardo. En todo caso hay una monja colorina que no se despega de él, y está
casi todas las mañanas a su lado y con su rosario en la
mano.
Anoche
hable con tu mamá y me pidió la dirección y otros datos; les escribió a unos
monjes del Brasil que, según ella, han hecho milagros.
Perdona
lo poco pero estoy rendida; esta noche dormiré en casa de Alicia, Maximiliano se
quedará acompañándolo.
Un abrazo.
Sonia.
(Continuará)
Lunes 8 de Junio de 2015, 22:00
Lunes 8 de Junio de 2015, 22:00
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