A los costados del pasillo se iban
alineando los cuartos. El primero, más bien pequeño, estaba destinado a invitados. La segunda, mas amplia, tenia un gran ventanal rodeado por jazmín
del cabo y ofrecía vista al mar. En el verano el jazmín inundaba la
pieza con lejano aroma.
El tercer cuarto, el más
amplio de todos, tenia una pequeña chimenea y la cama estaba flanqueada
por dos veladores de madera. Sobre ellos, unas lámparas antiguas de bronce
envejecido. Cubría la cama, una enorme colcha azul tejida a crochet que por su
tamaño, hacía pensar cuanto tiempo había demorado en tejerse. También en éste un gran ventanal permitía admirar la vastedad del océano.
Contiguo a la gran pieza una puerta conducía a
un baño espacioso con lavatorio de vidrio.
(Continuará)
Sábado 27 de Junio de 2015, 23:55
Sábado 27 de Junio de 2015, 23:55
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