La
noche del domingo planificó detenidamente el recorrido del lunes. Pensó que lo
mejor era dejar el auto en un lugar seguro y hacer el recorrido a pie. Mirando un plano de la ciudad concluyó que el
mejor lugar era la parte posterior de un supermercado en que trabajaba,
cuidando y lavando autos, un antiguo conocido del barrio.
El
lunes se levanto al amanecer para evitar los tacos y partió en su impecable
auto amarillo escuchando radio. De vez en cuando se miraba en el espejo
retrovisor y sonreía.
Llegó
a Irarrázaval a las 8:15 pero su amigo no estaba. Estacionó el auto a quince
metros del grifo amarillo, distancia que midió dos veces.
Mientras
caminaba en dirección a Pedro de Valdivia, volvía la cabeza para volver a
sentirse propietario de esa pequeña maravilla amarilla.
Durante
la mañana visitó cinco clientes, registrando sus pedidos; todos lo felicitaron
y le desearon suerte.
A
las doce en punto, después de haber caminado durante horas, decidió volver por el auto para dirigirse a la comuna de la Florida, aun le quedaban cinco visitas.
(Continuará)
Lunes 31 de Agosto de 2015, 21:00
(Continuará)
Lunes 31 de Agosto de 2015, 21:00