Cuenta Raúl que cuando corrió a socorrer a
los heridos notó de inmediato que algo muy extraño estaba sucediendo. Casi
todos se estaban levantando, limpiándose
la ropa y sonriendo con aire festivo. En ese momento supuso que era el natural
nerviosismo con que las personas suelen reaccionar frente a una situación que a
puesto su vida en peligro y de la que han
librado. Apenas llegó, escuchó lo que le pareció una carcajada. Provenía debajo
del tranvía por lo que se acuclilló y
pudo ver que un hombre de pequeña estatura pero robusto se sobaba la cabeza y
reía. Observó que el brazo izquierdo desaparecía donde comenzaba la enorme y
troquelada rueda del tranvía. ¿Se encuentra bien? ¿Ar llú okey? (así dijo que
le dijo). En ese momento el hombre sacó su brazo aparentemente cercenado. La
sorpresa de mi hermano fue grande cuando se dio cuenta de que el brazo
terminaba en un muñón, pero no sangraba. El hombre era manco y la rueda del
tren había pasado por encima del brazo inexistente.
(Continuará)
Martes 18 de Octubre de 2015. 23:59
Martes 18 de Octubre de 2015. 23:59
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