Esas
historias de aventura hipnotizaron a mi hermano y, a contar de entonces tuvo la idea fija de que
tarde o temprano se iría a “Usa”(como le gustaba decir) a pesar de la férrea
oposición de nuestro padre. Y lo consiguió. Trabajó durante cuatro años,
primero en una ferretería, luego en la
construcción y finalmente como cartero. Cuando tuvo el dinero suficiente, compró un pasaje especial en un barco mercante y las emprendió
con destino a su anhelado sueño americano.
No
supimos nada de él por varios meses A mediados de septiembre del año 1966
recibimos una encomienda con varios regalos: un vestido rojo para nuestra
madre; unas gafas Rayban para mi padre; y para mi, dos discos de Elvis Presley
y tres frascos de mantequilla de maní. Al final de la caja, una carta. Contaba
que apenas llegado al puerto de San Francisco se había empleado en el mismo
puerto junto a dos chilenos conocidos al hacer un obligado transbordo en
Panamá.
Que estaba bien y que pronto enviaría fotos “instantáneas”
(tuvimos que averiguar qué es lo que quería decir con instantáneas). Que pronto
partiría a Nueva York atravesando Usa, pues allí había mas posibilidades de
surgir. Que apenas pudiera enviaría algún dinero para devolver el préstamo a nuestro padre (préstamos del que no sabíamos ya que hasta el último
momento manifestaba abiertamente su parecer contrario al viaje).
(Continuará)
Sábado 15 de Agosto de 2015, 23:59
Sábado 15 de Agosto de 2015, 23:59
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