Había trabajado todo el día y aunque estaba muy cansada no quería llegar a su casa. Volver a sentir la mirada apática de su marido acostado y con el cuarto y la cama desordenada; la bandeja del desayuno casi cayéndose del velador; el olor a hierba, humedad y desilusión.
Por primera vez en muchos años decidió no dormir en su casa
y pensó en llamar a la Jocelyn para pedirle alojamiento, pero la detuvo el
saber que tendría que soportar las miradas insistentes y ridículamente provocativas
de la pareja de su amiga. Después, en llamar a su tía Javiera, pero nuevamente el discurso de “paciencia mijita, los hombres son todos así, cuida lo que
tienes” la disuadió.
Decidió recorrer la línea uno del metro. Cuando por parlantes
anunciaban que era el término del recorrido, cambio de anden y volvió hasta el
otro extremo de la línea. Bajó nuevamente con destino a Pajaritos, pero en la
estación Los Héroes, subió una mujer de
minifalda roja y maquillada en exceso. Se sentó a su lado.
“Que andai haciendo sola, Guachita, no vei que a esta hora
es brígido…”
“Es que no quiero volver a casa para encontrarme con un vago
de mierda que vive a mis expensas; trabajo todo el día en una panadería para
mantenerlo… estoy cansada”.
“Mira, te soy sincera guacha: cuando
hombre, era igual a tu pareja; hasta que un día cambió todo y tuve que comenzar a vivir
para mi. Pregúntate qué quieres hacer con tu vida, eso no ma”.
Claudia volvió a su casa. Al entrar no saludo a su marido, guardó todas sus cosas en su vieja maleta, le escribió una carta y se devolvió a su Traiguen natal.
A la semana, al acabársele los cigarros, la cerveza y sin nada que comer, Johnny salió en busca de trabajo.
Lunes 24 de Agosto de 2015, 23:00
Lunes 24 de Agosto de 2015, 23:00
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