Efraín consiguió, por fin, que su
familia, dos niños y su mujer, accedieran a pasar las vacaciones en Vilches, localidad al interior cordillerano de Talca y no en la costa. Llegaron a mediados de Enero y todo iba bien: los niños se entretenían
persiguiendo coliguachos y su mujer, tostándose al sol pues, según ella, el
tostado cordillerano era mas profundo y duraba más que el de playa.
El viernes 22 decidió aventurarse en
donde el rio Maule tiene el mayor ancho. Cometió
el error de salir después de almuerzo, mal momento para comenzar una escalada. Caminó durante lo que le parecieron dos
horas (no había llevado reloj), y pronto se dio cuenta que no era fácil
ubicarse con solo su intuición. Cuando el sol dejó de iluminar la copa de los
grandes arboles, decidió regresar. A poco andar comenzó a dudar si acaso el
sendero era el mismo, pues el bosque era mas tupido que el visto al iniciar la excursión. Cuando las estrellas
comenzaron a aparecer en el profundo cielo negro aceptó que estaba perdido.
Antes que oscureciera del todo,
comenzó a correr sin mucho rumbo pero manteniendo lo que imaginó era el oeste.
De vez en cuando gritaba: ¡Marianaaa, Marianaaa! pero solo oía por respuesta un
sinnúmero de ruidos de animalejos que comenzó a temer.
A las tres horas, si estiraba su
brazo, no podía ver su mano. La
desesperación aumentaba. Eso, hasta que comenzó a escuchar risas y la voces
inconfundibles de su familia
Al llegar Mariana dijo:
¡Gran excursión, Efrain!. Solo subiste esa montaña y desde hace rato
veíamos como te dabas vueltas y vueltas; ¡que manera de reírnos!
Domingo 23 de Agosto de 2015, 22:00
Domingo 23 de Agosto de 2015, 22:00
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