Durante otro par de meses no supimos nada de
su destino, hasta que una tarde nos llegó un telegrama; nos indicaba que debíamos
presentarnos en la Embajada, con el objeto de que se nos hiciera entrega de un
dinero.
Lo que nos envió fueron alrededor de treinta
mil dólares para repartir entre los tres. El origen del dinero nos fue
explicado en una carta que nos entregaron en la misma embajada y que, veinte años después, mi hermano me volvió
a contar.
A los pocos meses había llegado a Nueva York en
donde encontró empleo en una empresa de construcción, propiedad de unos mexicanos
acomodados (yo calculo que eso debe haber sido como en 1967 o 1968) Trabajó
con ellos durante un par de años, hasta que presencio el accidente que
cambiaría su vida y la nuestra.
(Continuará)
Domingo 16 de Agosto de 2015, 21:00
Domingo 16 de Agosto de 2015, 21:00
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