Eran las once de la mañana cuando Moisés regresó a casa. Buscó a Elena en
la cocina. Desde la ventana la observó; estaba en el patio trasero, recostada
sobre una hamaca descolorida leyendo un libro. Se sentó a la mesa y comenzó a
comer el plato de ensaladas que le había preparado; a los pocos instantes entró Elena.
- “¿Cómo
estuvo la mar?”
- “Buena. Una taza de leche y mucha pesca, casi
como antes de los japoneses…, ¿y tú, que lees tan concentrada?
- “El libro que me recomendó el vecino, es medio
enredado, es como antiguo, me cuesta concentrarme; ya lo he comenzado dos veces... se llama el Cautiverio Feliz,
pero está escrito como en español antiguo, así es que tengo que buscar las palabras
que no entiendo…”
- ¿Sabes? hoy en el bote, el Jacinto me dijo
que te podía perder…, que te cuidara”
- “Jajaja ¡esta
gente!, le gustan los enredos… yo creo que es porque ven tantas telenovelas… se
les estrecha la mente…, yo ya te conté todo mi amor; además, han pasado dos
semanas y no lo he vuelto a ver ni pienso hacerlo…”
-“Que bueno, evita comentarios mal intencionados”
- "A ver, déjame olerte…. Ufff ¡estuviste fumando!
Mira Moisés; yo te amo, ni yo ni las niñas podríamos vivir sin ti, si no te
cuidas… ya te lo dijo el doctor…te puede dar otro infarto, y dijo que el
segundo es más que peligroso… tu verás. Si nos amas, si te importamos algo,
deja ese vicio maldito de una vez por todas…Ya dejaste el copete... y mira lo bien que estás...
Elena
se paró de la mesa y por detrás abrazo a Moisés.
“Sabes cuanto te amo; demuéstrame que tú a mi también.
“Sabes cuanto te amo; demuéstrame que tú a mi también.
(Continuará)
Jueves 9 de Julio de 2015, 19: 55
Jueves 9 de Julio de 2015, 19: 55
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