Una nueva vida (IX)
- ¡Negro el cinco!
- ¡Pleno, pleno, pleno! Exclamó con entusiasmo la
mujer. Miró a Louis, lo abrazó y lo besó efusivamente en ambas mejillas.
- Has sido muy generoso, gracias. Espero que sepas
conservarlo, dijo Louis con una leve sonrisa.
- Bien, ahora no juegues más hasta que sientas que
puedes esperar con frialdad a que la bolita termine de rodar.
- ¡Maestro!, dijo la joven con admiración
- Si no andas con alguien, acompáñame, ven conmigo,
aprenderás mucho.
- Encantada.
Mientras se dirigían a la mesa, Dubois sintió las miradas de admiración: la joven lo había tomado del brazo.
- Mira, ¿qué color te gusta más, el negro o el rojo?
- El negro.
- Bueno, entonces jugaré cien mil francos al rojo.
En menos de una hora había sumado y sumado.
Mientras posaba las fichas sobre el tablero, podía sentir el cuerpo de la joven
cada vez mas cerca: el sutil roce de su brazo con sus senos turgentes, el calor
del ron que pedía cada media hora, el dinero, las miradas. ¡Todo era como antes! Cerca de la madrugada,
la mayoría de los viejos jugadores lo rodeaban y celebraban cada vez que
acertaba.
A las tres de la mañana sintió que era hora de llegar al extremo; cambió todas las fichas ganadas por cinco de cien mil francos cada una.
(Continuará)
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