Una nueva vida (VII)
Esperó a que las personas que completaban la mesa
terminaran de repartir las fichas, comenzó a rodar la bolita. Mientras ésta circulaba en su loca
carrera, Louis miró hacia el bar, cruzó la mirada con el barman y modulando
exageradamente dibujó en su boca la palabra “Ron”
- ¡Negro
el dieciocho!
Dubois
sintió que se reencontraba consigo mismo. Sin mirar como el crupier iba sumando
ficha tras ficha para pagarle; se levantó y se dirigió al bar.
- Démelo
doble.
- Como
ordene.
Al
volver se detuvo en otra mesa; cruzó la mirada con una bella y joven mujer de
labios gruesos, alta y de frente ancha. La miró fijamente y, esbozando una leve
sonrisa, inclinó su cabeza. Ella correspondió con una falsa timidez. Volvió a
sentarse y quiso no mostrar la enorme satisfacción que le produjo ver las
torres de fichas situadas frente a su lugar.
- No le
dije don Louis, como en los viejos tiempos.
Percibió como todas las miradas de los jugadores se
posaban en él.
- Y bueno, hay días y días.
Volvió a repartir veinte fichas sobre el tapete y otras tantas a color.
- No va más, no va más, dijo el crupier. Mientras
acababa el ron, sintió un golpecillo en su espalda.
- Que tal tío Louis, ¿de nuevo por las pistas?
(Continuará)
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