Salió del local. Caminó sintiendo la calma que le
producía el saber que el sobre se apoyaba en el revólver. Llegó al banco. Abrió
el sobre y presentó el vale vista y su carné.
- ¿Lo quiere en efectivo?
- Si.
Mientras el cajero verificaba los datos del documento,
Luis miró a su alrededor. Hacía años que no entraba al Banco Nacional.
- ¿Quiere que le dé el efectivo en un sobre?
- Si, si es tan amable.
- Aquí tiene.
- Gracias.
Al recibir el sobre, Louis se enderezó y caminó
con una seguridad que hacia tiempo había perdido. Cuando salía del banco, se detuvo unos segundos y miró el cielo azul. Al llegar al hotel, saludó al
recepcionista con voz clara y fuerte. Al escucharse, sintió que aquella mañana
luminosa comenzaría a recuperar muchas cosas: su confianza, su forma de caminar, su firmeza que la pobreza había comenzado también a arrebatarle. Subió
las escaleras; al entrar a su pieza se detuvo en el umbral y observó: la cama
deshecha, las sábanas amarillentas y manchadas, el cenicero repleto de
cigarrillos, la copa de ron, opaca y manoseada. Por un momento miró aquel cuarto
como si éste fuera el retrato de su decadencia. Buscó en el interior y al
sentir el frío metal del revólver se sorprendió.
Por unos segundos no supo como el arma había llegado hasta su bolsillo.
Abrió el sobre y contó tres veces
la cantidad.
(Continuará)
Viernes 20 de Febrero 2015, 1:04
Viernes 20 de Febrero 2015, 1:04
No hay comentarios:
Publicar un comentario