El lunes siguió inquieto; presentía que algo había hecho mal, que no había sido suficientemente
cuidadoso y previsor. En la tarde, al llegar del trabajo, don Jorge le informó
que hacia poco “un señor” había preguntado por él, pero no había dejado su nombre.
Lo tranquilizó el que la descripción correspondiera a un viejo amigo, compañero de
curso del liceo Pedro Montt. A las nueve
de la noche fue hasta el paseo Atkinson pues, desde el mirador, se podía ver si
acaso el departamento de Matamala tenia alguna luz prendida. Le costó algunos
minutos individualizar el piso pero pronto comprobó que, efectivamente, las del
comedor y la cocina lo estaban.
(Continuará)
Domingo 5 de Abril 2015, 23:30
Domingo 5 de Abril 2015, 23:30
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