Existen
letras: veintisiete. Con ellas se han creado poesías, novelas y se han expresado
ideas maravillosas. Pero éstas, ordenadas, remiten siempre a una realidad
conocida; concreta o abstracta y, en ese sentido, siempre son metáforas. Sin
embargo el tenerlas a disposición no es garantía que se pueda hacer algo que
valga la pena. Para que así suceda se requiere de muchas condiciones:
inteligencia, sensibilidad y una gran dosis de sentido común. Pero ese sentido
es difícil y no se conquista o se logra fácilmente. Jacinto Benavente decía que
“es mas fácil ser genial que tener sentido común”
Las
grandes obras clásicas suelen ser, precisamente, aquellas que logran, a través de
una historia o una teoría, plasmar ese escaso sentido; tal vez sea por eso que
la humanidad vuelve una y otra vez a esos manantiales. La filosofía griega es
una muestra sobresaliente de sentido común. Cuando se sobrepasa el natural
temor que, lamentablemente rodea a la filosofía, y se tiene paciencia para
adentrarse en sus preguntas e intentos de
respuestas, es asombro lo que suscita. Asombro porqué todas las personas, sobre
todo en la infancia, nos hemos hecho preguntas similares.
Pero
¿porqué? La respuesta no es fácil. Quizá sea que nos cuesta mucho mirar la
obviedad, lo natural. Pero allí comienza otro problema. ¿A qué nos referimos
cuando hablamos de lo “natural”. Volvemos a las dificultades.
Sin embargo cuando se lee a Dostoievski o a Aristóteles se presencia una obra de Shakespeare o Ibsen el asombro que causan se debe precisamente a que identificamos rápidamente los rasgos mas característicos del genero humano. Estos genios de la humanidad conocen profundamente al hombre. A través de sus historias presenciamos como muchas veces el odio, la envidia pero también la pasión y el amor moldean los destinos. Creo que es por eso que los clásicos son eternos: nos muestran la complejidad que somos de una manera sencilla.
Sin embargo cuando se lee a Dostoievski o a Aristóteles se presencia una obra de Shakespeare o Ibsen el asombro que causan se debe precisamente a que identificamos rápidamente los rasgos mas característicos del genero humano. Estos genios de la humanidad conocen profundamente al hombre. A través de sus historias presenciamos como muchas veces el odio, la envidia pero también la pasión y el amor moldean los destinos. Creo que es por eso que los clásicos son eternos: nos muestran la complejidad que somos de una manera sencilla.
Miércoles 30 de Septiembre de 2015, 20:30