Decidieron arreglar sus diferencias en un café del centro.
Escogieron una mesa al fondo, donde nadie podía oír lo que tenían que decirse.
Se sentaron frente a frente y pidieron cuatro cervezas. Por largo rato se
miraron sin decir nada; solo levantaban las cejas como invitando a que uno
iniciara la conversación. Después de un rato uno de ellos saco un lápiz y
escribió en una servilleta “haber” y “debe”, y debajo, dos sumas, acercándosela
al otro sin mirarlo. Luego de sorber un largo trago, el otro se secó los labios
y dijo:
“Según usted”
“Según la verdad” contestó.
“ No sea pretencioso. Ni usted ni yo conoceremos nunca la
verdad”
“Haga por lo menos el esfuerzo”
“Le devuelvo su esfuerzo” dijo, entregándole la servilleta
rayada.
“¿Entonces?”
“Creo que lo mejor es que renuncie"
Domingo 20 de Septiembre 2015, 21:00
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