Un
extraño impulso lo hizo entrar justo en el momento en que su madre cerraba la
puerta. La siguió hasta la cocina. “Esta haciendo tallarines con pesto”, pensó
Giulio. A los pocos minutos confirmó que él era invisible para su madre. Salió
hacia el patio y se vio a si mismo, de
siete años, leyendo una revista de caricaturas: “Han pasado cuarenta y siete
años y sé qué estaba leyendo: una U2”, de guerra” pensó.
“Giulioooo,
a comeeer” escuchó gritar a su madre. El niño dejó la revista sobre una pequeña
mesa de fierro y se dirigió a la cocina.
Giulio
se quedó mirando el lavadero igual a cómo lo había visto desde la terraza del
hotel.
Se
sentó en la hamaca, percibiendo que su cuerpo no ejercía presión sobre la lona.
Levantó
de la mesa el ejemplar que leía, comprobando
que efectivamente era U2; buscó al final de la ruma de revistas un libro grueso. Lo observó y se
acordó inmediatamente: era el regalo que su amigo Horacio le había dado hacia
un mes, para su cumpleaños: “El cuerpo humano en Imágenes”
(Continuará)
Martes 8 de Septiembre de 2015, 21:45
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