"Zacarias Zambrano" (IV)

 La mañana siguiente partió con todas sus herramientas hacia el cerro menos escarpado y comenzó  la construcción de una casucha que durante años fue conocida  como la choza.
 Al principio adelgazó muchos kilos pero poco a poco comenzó a recuperarlo cuando comenzó a cosechar lo que sembraba en una chacra que tenia cerca de la choza; también  aprendió a cazar conejos que comía los fines de semana.
 De vez en cuando sus amigos lo visitaban intentando convencerlo que cambiara la vida que llevaba, que le haría mal, que la soledad terminaría por enfermarlo. 

 Una tarde llegó a visitarlo un compañero mexicano del colegio. Contrariamente a lo que le habían recriminado sus amigos de la escuela militar, Tazio Silva le admiró la valentía de seguir su propio sentido. Conversaron toda la tarde y Zacarías se comprometió a visitarlo, pues Tazio se había casado con una chilena y estaban viviendo en la ciudad, además Tazio aprovecharía de presentarle a su hermana Zenobia que no tenia un solo amigo en Chile.

(Continuará)

Sábado 31 de Octubre de 2015, 23:55

"Zacarías Zambrano" (III)

 Así fueron pasando los meses. Finalizado el verano Zacarías tuvo una fuerte discusión con su padre. Esa tarde calurosa habían invitado a almorzar a una ilustre familia con la cual don Ernesto planeaba hacer un negocio. Al llegar Zacarías al comedor fue presentado como el jardinero real. Al principio le gustó que lo presentara de esa forma, pero pronto se dio cuenta que no era simpatía sino desprecio por la actividad a que se estaba entregando con pasión.

 Una vez que se fueron los invitados encaró a su padre. Este le dijo que ya era hora que tomara una decisión porque no iba a mantener un vago toda la vida. Zacarías le respondió que, por primera vez en su vida, había encontrado una actividad que lo realizaba. No fueron suficientes sus explicaciones y el padre lo amenazo con que lo echaría a patadas si no comenzaba a trabajar en serio. Esa misma noche Zacarías decidió que no viviría más bajo el mismo techo; después de pensarlo mucho tomo una decision y en la mañana le pidió a su padre que lo dejara seguir ocupándose del jardín, pero que dejaría la casa paterna. "Has lo que quieras" respondió don Ernesto.

(Continuará)

Viernes 31 de Octubre de 2015, 23:55

"Zacarias Zambrano" (II)

  Su decisión de quedarse en la casa paterna sólo uno meses, se fue alargando.
 Desde la adolescencia había sufrido bruscos cambios de ánimo, inexplicables tanto para sus amigos y familia, como para él mismo. Sin embargo, desde la primera vez que había empuñado el mango de un azadón o de un chuzo había sentido de inmediato un extraño equilibrio, una suave ecuanimidad en su juicios, una serenidad en su diálogos interiores,  como si esas tradicionales herramientas de campo tuvieran un efecto mágico en su interior.
 Se levantaba al amanecer y comenzaba desmalezando las grandes extensiones que bordeaban la parcela de sus padres, para luego, en la tarde, dedicarse a la parte cuidada del jardín. A veces se detenía y observaba maravillado una simple brizna de hierba o un cerezo en flor. Gozaba el embriagador aroma dulzón del jazmín o los azahares de los limoneros. Tanta era su pasión por todo lo que brotaba de la tierra que cuando se daba la tarea de extirpar cizaña, sentía una leve culpa.
  El trabajo diario lo dejaba exhausto pero se iba a dormir feliz y sintiéndose pleno. Además, la disciplina auto impuesta también estaba produciendo efectos beneficiosos no buscados: su  peso y, sobretodo su panza, había disminuido considerablemente.

 Sus antiguos camarada lo llamaban los fines de semana para compartir en alguna fiesta. Zacarías encontraba siempre un motivo para negarse, pues sábados y domingos los  dedicaba a recorrer los montes circundantes a la propiedad. Además, comenzó a molestarle el lenguaje procaz con que hablaban. Le parecía que esas palabras eran una especie de graznido provenientes de un ave degenerada.

(Continuará)

Jueves 29 de Octubre de 2015, 20:45

"Zacarias Zambrano" (I)

 Zacarías Zambrano provenía de una familia acomodada que lo matriculó, siendo muy joven y sin su voluntad, en una escuela militar. Sólo alcanzó a estar año y medio. Años después solía decir, con indisimulado orgullo, que alguna vez había sido alférez.
 La razón del retiro fue su alergia al arroz que le daban tres veces por semana, el que, además,  no satisfacía su voraz apetito. Algún compañero de escuela ha referido que el verdadero motivo fue una pelea con un superior de apellido Zárate, y por una nimiedad: haber derramado la alcuza ensuciando con aceite su uniforme; la golpiza habría hecho que lo invitaran al retiro.
 Pero la salida del instituto militar no le significó mayor frustración. Desde el inicio se había dado cuenta que la vida programada, de la mañana a la noche, no era lo suyo. Lo único que  extrañaría era la actividad física pues era conocido como un corredor veloz a pesar de su apetito voraz.

 Cuando volvió a la casa paterna se tomó unos meses para reflexionar sobre que haría con su vida. Durante aquel tiempo y, como una manera de distraerse, comenzó a ocuparse del inmenso jardín de la casa. Plantaba, regaba, podada. Así fue enamorándose de la jardinería. Las azaleas eran su flor predilecta. Su padre, un próspero comerciante que había comenzado con un discreto bazar, intentaba convencerlo que se dedicara al negocio. “Si no quieres abrazar la carrera militar, no veo otra que te dediques al comercio” le repetía. Sin embargo, lo que al principio fue sólo un pasatiempo se fue transformando en una pasión que lo atizaba cada día.

(Continuará)

Miércoles 28 de Octubre 2015, 21:30

"Blatta"

  Soy fea, o como ustedes dicen, agregándole mas ignominia a mi condición: “horrible de fea” Hasta mi nombre, o mejor dicho mi sobrenombre, lo consideran ridículo y lo ocupan como metáfora de lo que nos les gusta. Pero es hora que sepan que mi verdadero nombre es Blatta Orientalis. ¿No les parece  precioso? Tiene un aire de misterio como todo lo que proviene del oriente. En todo caso, menos mal que coincide con el genero femenino: “cucaracha” ¡Ignorantes machistas!, también existen cucarachos.
  Pero miren no más: hubo entre ustedes una mujer grandiosa y sensible que reparó en nuestro dolor. Se dio cuenta, como sólo las almas grandes pueden hacerlo, que debajo o por encima de nuestra negra y brillante apariencia se esconde una cierta belleza. Pero claro, también está el checo que nos tildó de horrible insecto cuando un personaje se convirtió en uno de nosotros. Huelga decir que su sufrimiento consistió únicamente en no aceptarse; de haberlo hecho su monstruoso cuentito habría sido mucho mas alegre y esperanzador. Pero bueno, así son ustedes, siempre luchando contra la naturaleza y lo que les toca por vida.
  Tal vez sea necesario recordarles que llegamos a América en desvencijados barquitos de madera, sufriendo por lo reiterativo del menú; ¡ya se imaginaran! Cómenos solo materia orgánica en descomposición y en las cuatro tablas en que llegamos a poblar este continente, no habían posibilidades de regodearse.
Lo terrible de ese viaje interminable eran las noches: no podíamos salir y el calor y la humedad salada eran una tortura.
  Pero bueno, no quiero dar la lata con nuestro éxodo. Solo quería decir que cuando vean a alguna de nosotras, observen la belleza que también tenemos: la brillantez de nuestra negrura, la alegre agilidad con que caminamos y corremos: si ustedes pudiese correr como nosotras, lo harían a ¡145 kilómetros por hora!, pero claro, sin nuestra elegancia; si ustedes pierden la cabeza se acabo la vida, en cambio nosotras tenemos el cerebro repartido por todo el cuerpo; además, para que les digo lo resistentes que somos. ¡Averigüen como soportamos la radiación! Ayer mi prima, la colorina Sally, me contó haber leído un reportaje en Blattas News” informando que seremos las primeras en visitar Marte. ¿Que tal?


Martes 27 de Octubre de 2015, 21:30