No
podía creer lo que le decía. Tantos años amándolo y, de la noche a la mañana,
le comunicaba que todo estaba terminado. Apenas se lo dijo pensó en irse a otra
región y comenzar una nueva vida, pero se conocía y antes de responderse sintió
la respuesta en su corazón: no era capaz;
temía demasiado a la soledad.
La
historia se repetía una vez más: primero su padre, después su mejor amigo y
ahora él. A pesar de la pena, algo en su interior le decía que era para mejor:
sabia que hacia años estaba amando a un hombre que no la amaba, aunque no se lo
confesaba a si misma. Buscó en sus recuerdos y
el primer signo de desamor lo encontró en las formas de las bromas: se
burlaba de ella frente a su familia, pero con disimuladas criticas que causaban
gracia, incluso a ella. Al principio pensó que no era más que una extraña forma
de apreciarla. Con el tiempo comenzó a darse cuenta que, detrás del fingido humorismo
se escondía un resentimiento inexplicable y cruel.
Durante
muchos meses durmió abrazada a la almohada. Se levantaba y durante el dia
trabajaba y hablaba como una autómata. No fue sino hasta comienzo de la
primavera que un dia se levantó contenta presintiendo que algo bueno le
ocurriría.
A las cinco una amiga la llamó para ir a tomar un café después del trabajo.
Mientras estaban sentadas, una fuerte ráfaga de viento primaveral hizo caer su
chaquetilla. Cuando se agacho para buscarla, vio dos zapatos que reconoció de inmediato. Sintió una extraña alegría al darse cuenta que ya era muy tarde.
Jueves 22 de Octubre de 2015, 22:30
Jueves 22 de Octubre de 2015, 22:30
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