¿Que te parece el vino? le preguntó su mujer.
“Un poco dulce, pero…”
respondió el marido.
“Ibas a decir algo…”
“No, nada”
Cuando el mozo se retiró, se quedaron mirando en silencio.
“Hacia tiempo que no me mirabas a los ojos”
“Ni tú tampoco; no
nos mirábamos”
“Si es verdad, en algún momento dejé de insistir…”
“Insistir en qué?
“En que me miraras”
“Yo también me cansé de lo mismo”
“Damos vueltas en círculos, siempre es igual: que tú, que
yo, en fin. Los dos estamos cansados”
“Estaba pensando en que no vale la pena insistir en algo
que…”
“Termina las frases, por favor…”
“En algo que hace tiempo terminó…”
“Si. ¿Por eso ésta comida?
“No, no fue por eso: solo que tenia hambre…”
“¿Lo ves?, me invitas a comer y el motivo es que…
“Me dices que no termino las frases y haces lo mismo… “
“No vale la pena…”
“¿Entonces?”
“Entonces?”
“Que quieres hacer?
“Hacer con qué?
“Con tu vida…”
“Quiero cambiar…?
“Cambiar de qué?
“Cambia de vida.. de eso estamos hablando ¿o no? de tu
vida y la mía.
“Estos diálogos nuestros…. Llegan a ser cómicos si no
fuera porque son tan cansadores”
“Te miro y me pareces otro”
“Es que hace tiempo que soy otro, me hiciste otro”
“Nadie hace a nadie otro… esas son tus típicas disquisiciones
inútiles”
“Uf, basta. Que vas a pedir”
“Carne, ¿y tú?
“Pescado”
“Pescado”
Sábado 14 de Noviembre de 2015, 23:55
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