El melancólico
día del 26 de Junio de este año, comencé escribiendo un cuento (“La teoría del
Caos”) cuyo esquema de argumento me rondaba la cabeza desde hacía tiempo. Partí
con todo el impulso y entusiasmo que genera lo que, uno cree, puede ser una
buena historia. La verdad es que no tenia claramente diseñado el argumento y,
por supuesto, tampoco sabia como iba a terminar. Tenía la vaga idea de un
personaje (chileno) que había vivido en Canadá y que, debido a una tragedia
familiar (le raptaban y violaban a su pequeña hija) volvía a Chile para
refugiarse y curar el dolor en algún pequeño balneario del litoral (imaginé San
Sebastián, cerca de Algarrobo) Por esas cosas raras que tiene este afición de
escribir historias, en algún momento dejé de sentirme inspirado para
continuarla. Miraba (perdonar el cliché) la pantalla en blanco y no se me ocurría
nada. Le pedí ayuda a mis fieles lectores quienes, gentilmente, me dieron
algunas ideas, pero no supe incorporarlas.
Como
de toda dificultad se saca una lección, aprendí que, si bien puedo ir
improvisando cada noche, en algún momento la imaginación falla y nos quedamos secos, por decirlo de
alguna manera. También aprendí que cada historia la cuento con aquello que los
profesionales llaman “la voz narrativa”. Esta “voz” tiene un manera de contar, matices, punto de
vista y una sensibilidad particular. Cuando se pierde la voz, es difícil seguir
escribiendo pues la nueva no es la del inicio y se siente que (vaya la
paradoja) se está mintiendo. Imagino que los lectores también se dan cuenta y
perciben una cierta falsedad en el relato.
Anoche
intenté continuar la historia (la llegada a Chile de Jane, la esposa canadiense) y,
por supuesto, no pude dar con el tono con el que tenia el cuento hasta
interrumpirlo. Creo que a muchos de mis
queridos y fieles lectores les gustaba ese cuento, por eso las excusas.
Una
vez le preguntaron a García Márquez porqué escribía. Creo que dio la mejor y más sincera respuesta que puede dar un
escritor: “para que me quieran más mis amigos”
Muchas
veces llego cansado del trabajo y, a pesar de ello intento cumplir con la
promesa que me hice a mi mismo el 5 de enero. Pero últimamente, más
que cumplir conmigo mismo, lo que me mueve es que me lean mis amigos, pues es una fuente de cariño que hace tan bien.
Gracias.
Gracias.
Jueves 19 de Noviembre de 2015, 21:30
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