Los
pensamientos se le agolpaban unos tras otros. No supo cuantos minutos habían
transcurrido; se había dedicado sólo a admirar los movimientos de sus labios,
la aparición intermitente de sus dientes blancos, sin poner atención a lo que
Zenobia explicaba.
“¡A
comer!” escuchó decir a Tazio
Zenobia
lo tomó de la mano y no lo soltó hasta que llegaron al comedor.
“Aquí
tienes amigo mío. Es uno de los platos más típicos de México. Si te das cuenta,
los colores, el rojo, el verde y blanco son los colores patrios. Espero que te
guste. No lo condimenté demasiado…”
“Como
de todo” dijo Zacarías.
Se
sentaron en una larga mesa de madera negra.
Durante
el almuerzo recordaron sus tiempos de alférez. A Zacarías le costaba mantener
la conversación con su amigo, pues esperaba a cada momento que interviniera
Zenobia y dijera algo en Náhuatl, pero ella se mantuvo en silencio gran parte
del almuerzo.
"Salgan a la terraza a tomar una limonada mientras yo lavo" dijo Zenobia.
(Continuará)
Miércoles 4 de Noviembre de 2015, 20:00
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