El
marido despertó agitado apartando el plumón bruscamente. Su esposa refunfuño
algunas incoherencias y siguió durmiendo. Pablo acomodó la almohada y se quedó
mirando la estrella que podía ver entre medio de la cortina y el techo. La miró
durante horas hasta que súbitamente comprendió que el parpadeo de su brillo le
estaba comunicando algo. Ya casi al amanecer se vistió y salió de su casa
siguiendo las instrucciones de la estrella. Caminó por horas hasta llegó a los
faldeos de un cerro en las afueras de la ciudad. Miró la cumbre y comenzó a
subir. Se demoró dos días en alcanzar la cima. A la mañana siguiente buscó
materiales para construirse una pequeña cabaña. Desde ese día no ha vuelto a
bajar. Su mujer presentó una denuncia por presunta desgracia que no obtuvo
resultados. Han pasado tres años y Pablo sigue viviendo como un ermitaño. Lo
insólito es que no sólo ha engordado sino que además se ve feliz y rebosante de
salud. Eso lo sé porque anoche la estrella me lo contó.
Fin
Martes 10 de Noviembre 2015,
No hay comentarios:
Publicar un comentario